En Córdoba son tan populares que es raro no encontrarlos en la carta de cualquier bar, taberna, tapería o restaurante. Es un fijo en el recetario de todos los hogares, y se venden ya preparados en las carnicerías. Es posible que encontréis flamenquines con ciertas variaciones a la receta original. Se pueden elaborar sin macerado, con carne de ternera o pollo, con jamón de york, y también son muy comunes los que llevan queso añadido en el relleno. Los peques de la casa no os pondrán problemas a la hora de la comida, ya que les encantan este tipo de preparaciones rebozadas.
Ingredientes para Flamenquines caseros cordobeses:
4 filetes de jamón fresco de cerdo (20-25 cm. De largo)
4 lonchas de jamón serrano (o ibérico)
Sal y pimienta negra recién molida (al gusto)
Aceite de oliva virgen extra (el necesario para freír)
Para el rebozado
100 g. de harina de trigo
2 huevos grandes
200 g. de pan rallado
Guarnición: 4 patatas medianas (una por persona)
Preparación de flamenquines cordobeses
La versión más típica y popular es la de hacer “flamenquines” largos (de 20 a 30 cm.), pero podéis adaptar el tamaño a vuestro gusto y hacerlos de diferentes longitudes. Los largos son menos manejables a la hora de montarlos y luego freírlos.
La base de la receta son los filetes de jamón de cerdo, y es importante que sean finitos, para que luego al rellenarlos no resulten demasiado gruesos. Salpimentamos los filetes a nuestro gusto, los extendemos sobre una tabla y colocamos una loncha de jamón serrano en uno de los extremos. Enrollamos con cuidado formando un rulo, de modo que quede el jamón bien atrapado en el interior. Reservamos y repetimos el proceso con el resto de filetes. Al cerrarlos, hay que apretar por la parte final del pliegue, así conseguimos que luego no se abran al freírlos.
Verter abundante aceite de oliva en una sartén grande (que quepan los flamenquines a lo largo) y calentara fuego fuerte. Para el rebozado disponemos en 3 platos la harina, los huevos batidos y el pan rallado. Primero los pasamos por harina, luego por el huevo batido (escurriendo el exceso) y finalmente por el pan rallado. Le damos un repaso, comprobando que queda toda la superficie bien cubierta, así tendremos un rebozado completo.
Los ponemos a freír con el aceite bien caliente, primero sobre el lado donde está el pliegue final, y luego del otro. Cuando estén dorados por ambas partes estarán listos. No pasarlo mucho para que esté la carne jugosa, recordad que los filetes son finitos y con poco tiempo les llega para estar en su punto. Reservamos sobre un papel absorbente de cocina para que suelten el exceso de aceite.
Por supuesto, se pueden dejar preparados (antes de su fritura) y congelarlos. Estarán disponibles para cualquier ocasión y nos sacarán de un apuro. Bastará luego con ponerlos a freír en aceite bien caliente, sin necesidad de descongelarlos.